Sobre decisiones y otras cosas

En estos días se ha movido mucho en la provincia el tema de los tratamientos para discapacidad debido a una campaña solidaria que se armó para ayudar a un niño a viajar a China.
La verdad es que no quiero opinar específicamente sobre el tratamiento, porque si hay algo que realmente me molesta es la actitud de la gente que opina sobre cualquier tema sin conocerlo a fondo. A pesar de haber investigado y leído mucho (y tomado mi decisión basada en todo esto), no soy una experta ni por casualidad, por eso mismo no lo voy a hacer.
Pero sí tengo un par de cosas que decir respecto a cuánto me llama la atención estas modas, y la predisposición de la gente de la calle para ayudar.
No me sorprende la solidaridad de la gente, ya ha quedado demostrada otras veces, pero es que hubo casi una desesperación en ayudar a juntar el dinero necesario. Me puse a pensar que tiene que ver con algo que me ha pasado algunas veces (y me sigue pasando) respecto a Salvi, su condición y los que quieren aportar su granito de arena a su rehabilitación.
Creo que tiene que ver conque los de afuera sienten que no pueden hacer nada por nosotros. Los amigos y conocidos, la familia, incluso algunos profesionales, no vivieron experiencias como la nuestra, no tienen hijos de nuestra misma condición, ni nadie cercano. No te pueden decir "cuando mi hijo empezó a hacer esto, o lo otro..." y darte su solución, su idea, su consejo. Entonces aparece un tratamiento que sin que entiendan ellos de qué manera da toda la sensación de ser el milagro, la única esperanza, la maravilla que sin mucho esfuerzo cambiará todo para bien, rápido y fácil. Y parece que la única piedra en el camino es que es muy caro y que lo realizan allá, muy lejos, en China (tampoco esto tiene que ser así, esta mismo tratamiento puede hacerse en Buenos Aires). Y así rápidamente la campaña se arma, porque no hay nada que se junte más rápido que el dinero que compre una esperanza, aunque no sepan mucho de cuál esperanza hablan. Y todos están felices, y con razón, de haber podido por fin, ayudar a esa familia maravillosa a superar la dificultad.
Es muy entendible. Y muy loable, toda la gente aportando con mayor o menor sacrificio. Y más aún, todo ese aporte de esperanza, de oración, de fe, que tanto bien hace a todas las buenas causas.
Lo que es más difícil de entender es cuando con total inocencia, alguien recomienda estos tratamientos, sin tener ni la menor idea de si son aplicables o no a la persona para quien lo recomiendan, si tiene efectos secundarios peligrosos, si es serio, qué resultados positivos son esperables. En estos días leí, con una sensación muy rara, cómo alguien recomendaba a un conocido que tiene un hijo como Salvi, que aplicaran este tratamiento en el nene: "hacelo, él se lo merece. Si fuera mi hijo lo haría, tenés todo mi apoyo". De verdad si fuera tu hijo lo harías? De verdad sabés si luego de poner en la balanza todo lo positivo esperable, lo negativo posible, tus esperanzas y la de toda tu gente, tu tiempo, el dinero, el costo emocional...estás seguro que esta sería tu decisión? Por qué "él se lo merece" si no sabés realmente de qué se trata esto?
Creo que es en estas cosas donde hay que tener un poquito más de cuidado, mucho respeto por la inteligencia, el nivel de información y las decisiones responsablemente tomadas por las familias.
Parafraseando a uno de nuestros entrenadores ABR, no hay tratamientos equivocados, sí quizá puedan existir malas decisiones (o elecciones) de tratamientos para cierta persona.
Como siempre digo todo esto con mucho respeto por los demás, por sus elecciones y decisiones. Los que me conocen bien, pueden dar fe que no me gusta dar consejos, ni siquiera con la rehabilitación que elegí para mi hijo, con mucha conciencia, y mucho corazón, ni siquiera con esto, les digo a los demás que deben hacerlo. Muchas veces hablo (y muy bien) de ABR, porque estoy muy conforme con los resultados obtenidos y con la filosofía que está por detrás de la práctica, pero nunca, nunca, le digo a alguien que lo debe hacer.
Y de todo corazón, deseo a todas las familias que ponen sus ilusiones en la terapia que hayan elegido, sea esta cual sea, que las vean cumplidas con creces.

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