Discapacidad y sociedad

Hace un par de días, en un diario de Mendoza, se publicó un pedido de ayuda para comprar una silla especial para un niño con parálisis cerebral. Algo tan común como que una familia deba pedir ayuda a la sociedad para algo que necesariamente debería estar provisto por medios oficiales, quizá no me llamaría la atención, en esta bendita provincia donde la adhesión a la Ley Nacional de Discapacidad suena cada vez más lejana, gracias a nuestros laboriosos representantes que siempre tienen otros temas más importantes que tratar.
Sin embargo, luego de leer la nota, me llamaron la atención los comentarios de la gente, en especial de una persona con seudónimo femenino, la cual se preguntaba para qué ayudar a alguien que nunca iba a poder caminar, ni trabajar, ni formar una familia, y que se convertiría a la larga en una carga pesada para sus seres queridos.
Obviamente, mi primera reacción fue de enojo, y si en ese mismo momento hubiera tenido la posibilidad de publicar un comentario, creo que hubiera sido bastante agresivo.
Me ahorraron el trabajo varios buenos samaritanos que se encargaron de darle su merecido electrónico. Y yo, después de masticarlo un rato, empecé a pensar en esa persona y los porqués de semejante forma de ver la discapacidad. Y concluí que quizá nunca tuvo la posibilidad de estar en contacto directo con esta temática, posiblemente entre su familia y sus amistades nunca hubo alguien con capacidades diferentes. De hecho, en comentarios posteriores, esta persona informó que no tenía hijos, ni podía tenerlos, ni le gustaban los niños. Y también pensé que, como ella, seguramente muchos otros piensan de forma parecida, sólo que esta persona se animó a decirlo a viva voz, por el motivo que sea (¿afán de llamar la atención?).
Es que es una realidad, que los familiares especiales ya estamos desacostumbrados a ver, porque todos los que nos rodean han aprendido, con poco o mucho trabajo, a valorar lo bueno, lo sencillo, los regalos diarios de la vida. Sabemos que es un maravilloso milagro la vida, la sonrisa, despertar cada día, respirar. Aplaudimos cada logro, cada pasito mínimo, cada progreso, con entusiasmo.
Porque sabemos que caminar no nos garantiza que avancemos en la vida; que poder hablar no quiere decir que nos comuniquemos, que hay muchas formas de inteligencia. De hecho, todos conocemos muchísimas personas que hablan, caminan, estudian, trabajan, tienen hijos y no son mínimamente felices, ni están en condiciones de disfrutar ninguno de los pequeños momentos de total alegría que disfrutamos los que hemos hecho posgrados en paternidad, como somos los papás especiales.
Y que si hemos hecho estos posgrados, es porque nuestros hijos nos han dado ejemplos de vida, por su lucha, su resistencia y su fuerza, obligándonos a los familiares a estar a su altura.
Como siempre, agradezco haber tenido y seguir teniendo la posibilidad de ser la orgullosa mamá de Salvi, que desde que nació me sigue haciendo crecer.
Por si desean hacer un aporte para que el niño que mencioné al comienzo pueda tener su silla en este enlace pueden informarse cómo hacerlo.

Comentarios

  1. Ale que lindas tus palabras! Me emocionaron hasta las lágrimas, personas como ellas no saben cuanto daño nos causan, pero como decís los padres hemos hecho un posgrado gracias a nuestros amados hijos especiales que nos enseñan cada día a ver en lo mas simple de la vida lo maravillosa que es.
    Un beso enorme para los dos.

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  2. También me emocioné mucho... Gracias por decir lo que muchos pensamos y por recordarnos también lo que la mayoría piensa, desde afuera, sobre nuestra realidad. ¡Qué difícil!

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  3. Yo también siento que Martín es una bendición en nuestras vidas. Gracias a él nuestras prioridades cambiaron, aprendemos a diario a ser felices con nuestra realidad, aprendimos a valorar la diferencia y respetarla... Pero es difícil cuando uno se encuentra con este tipo de comentarios que lo comparten muuuuuchooooosssss...

    Yo lo que me cuestiono frente a una persona que piensa de esta manera, es la calidad de las relaciones que tiene. Porque indudablemente su propia madre o padre o abuela se convertirán en algún momento en una "carga" para ella porque indudablemente envejecerán, se enfermarán y no podrán valerse por sí mismos...

    En resumen. el problema de esta mujer no es su visión sobre la discapacidad, sino sus valores frente a la vida misma.

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  4. Yo también pensé eso Carolina, qué esperanza tendrán sus padres o su marido, o los que la rodeen de recibir ayuda de ella en una situación de enfermedad. Y cómo se sentiría si cualquier día ella misma necesita de mucha ayuda. En fin, creo que tenés razón, son los valores de vida los que son muy diferentes a los nuestros. Alejandra

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  5. Siento mucho q les moleste los comentarios de esa persona , pero creo q fue muy valiente al expresar lo q la mayoría de la gente siente pero no expresa . La discapacidad es considerada como enfermedad y un tropiezo del destino , que habitualmente se ve q no tiene futuro . Esta solo en nosotros poder cambiar esa forma de pensar , primero en nuestro circulo mas cercano y según nuestras posibilidades al resto, empezando por lo simple de la vida , como por ejemplo sonreír al despertar y disfrutar de la sencillez de estar juntos , o pasear , o comer. Creo q si todos pensáramos así , seriamos mas felices y agradecidos . Lore.

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  6. Gracias Lore!!! Coincido con vos en que es una más de nuestras tareas como padres especiales; comenzar a cambiar la mirada de compasión por una de admiración y respeto :)
    Alejandra

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