Control pediátrico y otras cosas

Rutina, un poco de cada cosa, intento de sumar horas ABR, poco dormir, ¡otro! resfrío, control pediátrico, trámites burocráticos, preparativos legales...esto es una especie de resumen de esta semana que va terminando.
¿Por dónde empiezo?
Lo más desagradable (al mal trago, darle prisa, lo cuento rápido y cortito): Otro resfrío. Empezaron los días de calorcito, Salvi tose un poco, en la madrugada del lunes hace 38.1 de fiebre, mini convulsión, la controlamos en casa, y la vida continúa. Así de cortito: feo, bajón, pero seguimos adelante, no queda otra. El consejo de nuestro pediatra, a comentar con el neurólogo, es buscar una medicación de apoyo para los cuadros febriles, para darle como refuerzo de su medicación anticonvulsiva de base, sólo para los dos o tres días que pueda durarle la fiebre. Me parece buena idea. Veremos.
El control pediátrico. Empezamos por Agustín, todo perfecto para sus siete años recién cumplidos, buen peso, buena estatura, se mantiene en su curva. Todo normal. A partir de ahora tendrá control una sola vez al año. Punto flojo: la dentadura. Tiene varias caries, ya estamos en tratamiento. El pobre no tiene buena herencia en este punto, mea culpa, pero no hay nada que hacerle, más que extremar cuidados.
Y con Salvi, íbamos con toda la intención de alcanzar todo un récord en aumento de peso, por lo bien que está comiendo. La meta era subir un kilo (en tres meses). El penúltimo resfrío nos tiró el promedio abajo, en cuatro o cinco días bajó medio kilo entre los vómitos y la falta de apetito, pero rápidamente lo empezó a recuperar. El resultado final fue que subió en los tres meses 700 gramos, que de todos modos, es un récord para él. El resto de la consulta se nos fue en hablar de este último resfrío, pero aparte de eso, todo lo demás estuvo bien. El hecho de que lo siga pesando sentadito sólo en la balanza, ya es un placer. El único peligro es que se desespera por toquetear la sabanita con la que el doc cubre la balanza, y ahí se desequilibra. Otra muestra más de su interés exploratorio, cada vez más intenso.
El resto de la semana no tiene demasiado interés. Hay días como hoy, en que me tuve que dar permiso para no sumar horas, porque tuve que hacer trámites de auditoría odontológica para Agus, lo cual me llevó toda la siesta. Así que decreté vacaciones por hoy, y aproveché de terminar cosas a medias. No me agrada nada haber dejado mi rutina de estar en casa tranquila haciendo ABR, sobre todo para estar haciendo aburridos trámites. Cada día entiendo más porque ABR es nuestra mejor elección. Pero tampoco vivo con culpa dejar por un día de hacerlo. Los avances de Salvi, los evidentes cambios en su cuerpo y sus habilidades me tienen muy satisfecha y tranquila. Por supuesto que cuantas más horas se puedan sumar, los beneficios serán mayores, ojalá algún día podamos tener la máquina ABR, para poder seguir rehabilitándolo aún cuando yo no puedo estar haciéndolo con mis propias manos.
Y respecto a sus avances y progresos, prometo para dentro de poquito un informe sobre los cambios que no dependen directamente de ABR ni de su rehabilitación física (aunque en mucho se relacionen), contados por su fonoaudióloga y terapeuta del lenguaje, por su trabajo con él en casa, pero además con todo lo vivenciado en el jardín, y que tienen más que ver con lo social.

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